Por: Cristian Rodríguez
Día a día, consumimos alimentos necesarios para satisfacer nuestras necesidades diarias, en ocasiones sin ser conscientes de la importancia que tienen los alimentos no solo para nuestro cuerpo, sino en términos políticos: de dónde vienen, quién los produce y qué ocurre cuando lo que nos sirven termina en la basura… Este es un mensaje para aquello que no recogen las “sobras” para Firulais y prefieren arrojarlos a la basura.
El 29 de septiembre no es un día cualquiera pues, de acuerdo con la Resolución A/RES/74/209 de 2019 en el marco de la 74 Asamblea General de las Naciones Unidas, se acordó conmemorar el “Día internacional de concienciación sobre la pérdida y desperdicio de alimentos”. Alineado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, específicamente por su importancia a la hora de tomar acción sobre las graves consecuencias que tiene la falta de conciencia y las inadecuadas técnicas de producción y comercialización de alimentos que repercute sobre el medio ambiente y sobre el desarrollo de las personas. Para ilustrar algunos datos:
A nivel mundial, alrededor del 14% de los alimentos producidos se pierde cada año, lo que equivale en términos cuantificables a alrededor de 750 mil millones de dólares, un poco más del doble del PIB de Colombia o cercano al presupuesto de defensa de los Estados Unidos; incluso 6 veces el dinero que se destina anualmente para la ayuda al desarrollo.
En los países en desarrollo, un 40% de las pérdidas ocurre en las etapas de postcosecha y procesamientos, lo que en la literatura se conoce como “pérdida de alimentos”. En los países industrializados, el mismo porcentaje (40%) de las pérdidas se produce a nivel del comercio minorista y del consumidor, también conocido como: “desperdicio de alimentos”.
Lo anterior refleja otra dinámica muy preocupante dentro de este fenómeno: la desigualdad entre países ricos y países pobre o en vía de desarrollo, una dinámica muy compleja pero que deja como resultado que mientras en los países ricos hay abundancia y oferta… en los países en vía de desarrollo hay demanda insatisfecha y pérdida de alimentos que impiden el abastecimiento de los mercados locales recurriendo en muchos casos a la importación de muchos alimentos que se producen en el mismo territorio. En consecuencia, tenemos un preocupante hallazgo y es que se desperdicia lo suficiente para alimentar 3 veces a las personas que padecen hambre en el mundo actualmente, que son alrededor de 800 millones.
En ese sentido, es importante hablar sobre todas las pérdidas que son más difíciles de cuantificar, es decir no sólo se desperdician los alimentos sino una cantidad enorme de recursos necesarios para producir esos alimentos como el agua, la tierra, la energía, la mano de obra y las inversiones económicas. Cuando un país exporta alimentos, exporta al mismo tiempo sus recursos escasos.
Luego, es relevante prestar atención a qué es lo que producimos y consumimos, por ejemplo, los productos de origen animal consumen mucha agua y tierras agrícolas; el ganado ocupa el 70 % de todas las tierras agrícolas y produce más gases de efecto invernadero que el transporte en todo el mundo.
Ideas para reducir el desperdicio de alimentos
Reutiliza tus sobras: Guarda tus sobras para otra comida o utilízalas en un plato diferente.
Compra sólo lo que necesitas: Haz una lista de lo que necesitas y procura seguirla. No compres más de lo que puedes consumir.
Deja los prejuicios a un lado: Compra frutas y verduras "feas" o irregulares. Son igual de buenas, pero un poco diferentes.
Revisa tu refrigerador: Almacena los alimentos a una temperatura entre 1 y 5 grados centígrados para una frescura y una mayor vida útil.
Primero en entrar, primero en salir: Trata de usar productos que habías comprado anteriormente. Mueve los productos más viejos al frente y coloca los más nuevos en la parte posterior.
Entender las fechas: “Consumir antes de” indica una fecha en la que el alimento es seguro para ser consumido, mientras que "Consumir preferentemente antes de" significa que la calidad del alimento es mejor antes de esa fecha, pero sigue siendo seguro para el consumo después de esta.
Compostar: Algunos desperdicios de alimentos pueden ser inevitables, así que ¿por qué no instalar un contenedor de compost?
Dona el excedente, compartir es vivir.
Y lo anterior, ¿Cómo se articula con los ODS?
Así como las soluciones a los problemas requieren de un esfuerzo conjunto, la integralidad de la agenda 2030 y la amplitud de los ODS, busca articular sus metas e indicadores para generar acciones de cambio, en este caso los ODS 2 hambre cero y ODS 12 producción y consumo responsable.
2.1 Para 2030, poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año.
2.3 Para 2030, duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores de alimentos en pequeña escala, en particular las mujeres, los pueblos indígenas, los agricultores familiares, los pastores y los pescadores, entre otras cosas mediante un acceso seguro y equitativo a las tierras, a otros recursos de producción e insumos, conocimientos, servicios financieros, mercados y oportunidades para la generación de valor añadido y empleos no agrícolas.
Meta 12.3 , Reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita a nivel minorista y de consumo, así como reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro.
En suma, los países en desarrollo deben centrar sus esfuerzos en la infraestructura, almacenamiento y transporte, se pueden reducir las pérdidas en la postcosecha a través de una mejor logística. En los países industrializados se deben tomar medidas que ajuste los marcos regulatorios existentes, revisar normas de empaquetado y condiciones fitosanitarias.
Lo anterior, implica un esfuerzo sobre los hábitos cotidianos para prevenir la pérdida de alimentos, como por ejemplo hacer feliz a Firulais con las sobras de esa cena de aniversario deliciosa con la pareja o esa hamburguesa de doble carne que dejamos a la mitad. Desde la individualidad y tomando conciencia sobre las consecuencias que tienen nuestros hábitos en el medio ambiente, podemos empezar a movilizarnos para cambiar las cosas… ¡Adelante es momento de movilizarnos!
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