Por: Laura Almeciga Avellaneda
Se acercan las 7 de la mañana. Estás a punto de ducharte, pero antes de hacerlo observas tu celular y aparece una foto de cualquier influencer que a través de sus redes sociales refleja una “vida perfecta”. Luego te miras al espejo, te autoanalizas, te comparas con ese influencer y te das cuenta de que muy difícilmente llegarás a tener lo mismo. Sin embargo, eso no te impide dejar de soñar con ese estilo de vida, lleno de lujos, muchos seguidores, un cuerpo perfecto, una pareja, una vida sexual activa, mucha ropa, maquillaje, diversos títulos universitarios, una familia, la posibilidad de viajar por el mundo, vivir en la montaña o tener una casa grande, generando para ti en muchos casos una obsesión e idolatría que, sin importar las consecuencias, te puede afectar de manera física, mental o espiritual y, por otro lado, a ese influencer dejándole un seguidor más, pero también la necesidad de convertirse en algo casi “inhumano” que le vende su faceta de cobre a un like. Cuando llega la tarde y debes reunirte con más personas, al escuchar lo que dicen entiendes que ellos y ellas también tienen ese mismo “deseo” y, luego de pensarlo muchas veces, confirmas que tanto el influencer, como tú y las demás personas hacen parte del “sueño californication”.
El sueño californication es la crítica que hace una canción de la banda de rock, Red Hot Chilli Peppers, a la visión superficial, plástica y sexual que Hollywood le promueve al mundo a través de la industria comercial, y aunque fue publicada en el año 1999, creo que su contenido aún sigue teniendo sentido en el 2021, por frases que aparecen en su letra como lo son: “Chicas pequeñas de Suecia sueñan con las cotizaciones de las pantallas plateadas y si tú quieres esa clase de sueños es californication”, o “paga muy bien a tu cirujano para romper el hechizo de envejecer”, que hablan sobre el deseo y la inseguridad que existe en el mundo al no cumplir con los estándares de belleza establecidos en el momento y la industria de las cirugías que hoy en día se ven masivamente en redes.
“Primero nació el unicornio, pornografía explícita, pornografía liviana”, en esta frase la palabra unicornio representa la idea irreal y fantástica que vende la pornografía ante el sexo, haciéndole creer a sus consumidores que todo lo que pasa dentro de las pantallas es real. De hecho, según la psicóloga Begoña Rodríguez, el consumo adictivo de pornografía “fomenta el incremento de la trata de personas con propósitos de esclavitud sexual, favorece fantasías y comportamientos agresivos, que pueden evolucionar hacia el abuso y la agresión sexual de mujeres y niñas, distorsiona de manera global la imagen de los hombres y las mujeres al reducirlos a meros objetos sexuales y reduce las conexiones nerviosas a nivel cerebral”. Sin embargo, aunque no todo es tan malo porque soñar nos da una “esperanza”, considero que es importante tomar conciencia sobre la responsabilidad social y emocional que tenemos con nosotros mismos y los demás porque, así como somos seguidores, también somos seguidos, y aunque el sueño californication sea una fantasía que nunca se acabará debido a que es un industria que maneja mucho poder y dinero en el mundo, apostarle al negocio de ser nosotros mismos siempre será la mejor opción para sobrevivir a californication e intentar no autodestruirte en el espejo, comparándote con imágenes irreales.
Bibliografía:
Rodríguez, Begoña. "¿Cómo afecta el consumo de pornografía?". Betania Centro de psicología. Disponible en: https://betaniapsicologia.com/2020/01/como-afecta-el-consumo-de-pornografia.html
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