Por: Santiago Albarran García
No existe nada más equivocado que la idea de que la frontera entre realidad y ficción es imposible de cruzar. Así, el pensar que el control mediático es cosa del pasado y que actualmente sólo se puede ver en obras de ficción es un absurdo total. Tal es el caso de Fahrenheit 451 (1953), la mítica obra de Ray Bradbury que plantea la representación de una realidad distópica de los Estados Unidos en la que la población de ese territorio vive aislada del resto del mundo, sumida en la idea de que todo está en orden y aparentando total indiferencia con la guerra que se presenta en el exterior y en donde, por encima de todo, están prohibidos los libros y su lectura.
Esta novela, pese a haber sido escrita en épocas anteriores y en contextos sociopolíticos diferentes, refleja la realidad a la que la población colombiana se podría estar aproximando debido al aumento de la influencia de los medios de comunicación en la vida de las personas y la aceptación e importancia que estas dan a los mismos, facilitando así la influencia de terceros en su forma de actuar, en su forma de ser e incluso, en su forma de pensar.
La indiscutible sensación autoimpuesta de que todo está en orden respecto a la imparable e irresistible intrusión de los medios de comunicación representa una de las principales razones por las cuales los personajes aceptan tal medida de adoctrinamiento en la obra. Situación que cada vez es más fácil de presenciar en la actualidad colombiana en tanto que las personas tienden a aceptar con mayor facilidad la información suministrada por los medios de comunicación, comúnmente sin siquiera tratar de verificar su veracidad.
En la obra es común apreciar cosas simples, como las competencias de los parques de atracciones, donde premian a las personas por hacer poco o nada y las mantienen ocupadas para que al final del día solo puedan dormir (p. 37), olvidando el hecho de que fuera de su mundo de ensimismamiento, terribles guerras acontecen. En Colombia, situaciones similares acaecen regularmente, siendo que la violencia en el país no ha tenido disminuciones significativas e incluso ha llegado a aumentar de manera preocupante en algunos aspectos (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos [ACNUDH], 2020), de tal modo que el Estado -o sus dirigentes- recurren a la manipulación mediática para distraer a las personas de estos hechos. Un caso bastante notable sucedió en plena toma del Palacio de Justicia, el 6 de noviembre de 1985, cuando la ministra de comunicaciones de entonces ordenó transmitir el partido Millonarios - Unión Magdalena con normalidad pese al terrible acontecimiento que tomaba lugar en el mismo instante y en la misma ciudad, haciendo creer al público que todo estaba en orden en el país.
En la novela la búsqueda de las personas por la facilidad en sus vidas es de las principales razones por las cuales la manipulación mediática funciona. Empero, es menester resaltar que la intervención estatal juega también un importante papel pues, como principal autoridad reguladora, corresponde a ella asegurar la transparencia de la información que suministra. En Colombia, por su parte, existe la libertad de prensa, la cual brinda a las personas una alternativa a la palabra del Estado. A pesar de ello, la existencia de este derecho permite también a la propiedad privada ejercer presión sobre las personas a tal punto de poder decir o hacer cualquier cosa, siempre que no sea objeto de una actuación judicial, como menciona Camps Cervera (2008).
Así pues, aunque la población colombiana posea varias fuentes de información, es indiscutible el hecho de que los medios de comunicación no son reacios a las tendencias políticas o sociales, por lo que, de necesitarlo, generan información que puede influenciar el pensamiento de las personas de manera negativa. Esto se debe a que los medios de comunicación ya no se interesan en la actividad informativa, sino que se han transformado en meras empresas “cuyo principal producto es la información” (Arboleda y Aristizábal, 2018, p. 10).
En este punto es plausible interrogar ¿la libertad de prensa evita que una sociedad como la de la novela Fahrenheit 451 se presente hoy en día? La respuesta a esto es un tanto incierta, ya que, por un lado, la libertad de prensa -ligada profundamente a la libertad de expresión- permite ver diferentes posturas de una misma situación pero, por el otro lado, el alto nivel de garantismo del gobierno colombiano respecto a este tema permite a las empresas privadas entregar información que raya en los límites de la indecencia “dejando en un lugar secundario la verdad, la ética y la justicia” (Arboleda y Aristizábal), de tal modo que se puede incluso llegar a vulnerar derechos individuales por razones inciertas o falsas, lo que genera en el pensamiento colectivo el repudio hacia la persona implicada, aunque su inocencia sea demostrada posteriormente.
En este orden de ideas se entiende que la manipulación mediática, tanto en Colombia como en Fahrenheit 451, funge como herramienta de control poblacional, siendo usada para regular la actuación de las personas en tanto que delimita su forma de pensar y de ver las cosas. Sin embargo, hay un aspecto más a tener en cuenta pues, esta práctica también se realiza con el fin de obtener determinados resultados en los eventos de ámbito democrático, cosa que, debido al totalitarismo de su gobierno, no es posible observar en la obra de Bradbury.
En Colombia los partidos políticos colombianos no dudan en desacreditar las ideas que los contradicen por medio de cualquier estrategia, como ejemplo se puede recurrir a las elecciones presidenciales de 2018, donde la postura o discurso del partido Centro Democrático se centraba en los típicos argumentos de “conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen” (Chomsky, 2011). Como ejemplo quedan aquellas posturas de que el país habría sido una Venezuela 2.0 si se hubiese votado por determinado candidato o que este no merecía llegar al poder porque perteneció a determinado grupo subversivo, o por su edad, o porque fue denunciado tiempo atrás. Alegatos que, como lo menciona Gómez (2019), se enfocan en generar ese anticuado, pero aún vigente sentimentalismo patriótico y odio sin sentido que es alimentado por las emociones de quienes los escuchan, misma sensación que se percibe en los ciudadanos de la novela en contra de los libros, llegando incluso a temerles sin tener un verdadero motivo para ello.
Teniendo en cuenta lo planteado en los acápites anteriores, se puede inferir que el miedo a lo desconocido, al cambio y el apego a lo corriente, a la costumbre, parecen constituir en gran medida la esencia del por qué las personas sucumben con facilidad al control mediático y del por qué es tan fácil para sus dirigentes controlarlos de manera tan precisa, de modo que gobiernos como el de Colombia o como el del distópico Estados Unidos que plantea Ray Bradbury en Fahrenheit 451 recurren a prácticas que se llegan a considerar poco ortodoxas y que pueden incluso estar al borde de violar derechos individuales como el debido proceso o la presunción de inocencia, con la intención de delimitar el accionar de las personas o influenciar su forma de pensar para realizar determinadas acciones, lo cual, a su vez, representa unas de las más vistosas similitudes o relaciones entre la realidad de la novela y la realidad colombiana, en cuanto a la manipulación mediática respecta.
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Referencias
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. (2020). Informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia. https://www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informe-anual-2019-ES.pdf
Arboleda, P. y Aristizábal, J. (2018). Estudio jurisprudencial constitucional sobre la libertad de expresión y prensa en Colombia: medios de comunicación, censura y autocensura. Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, 48 (129), pp. 375-400.
Bradbury, R. (1953). Fahrenheit 451. Ediciones Perdidas. http://www.librosdearena.es/Biblioteca_pdf/farenheit%20451.pdf
Camps Cervera, V. (2008). ¿Todo vale? Hacia una mirada ética en los medios de comunicación. Comunicar, n° 31, v. XVI, Revista Científica de Educomunicación, pp. 393-395.
Chomsky, N. (2011). Diez estrategias de manipulación mediática [Archivo PDF]. htp://www.revistas.unam.mx/index.php/archipielago/article/ view/55996/49683
Gómez Piedrahita, S. (2019). Manipulación en propagandas políticas: Análisis comparativo entre los Nazis y la clase política colombiana [Archivo PDF]. Escribanía, 17 (2), 149-153. http://revistasum.umanizales.edu.co/ojs/index.php/escribania/article/view/3653
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