Por: Felipe Charry
Julián Gallo ante la JEP
En días pasado, a través de un sorpresivo, pero reparador comunicado, la Jurisdicción Especial para la Paz informó a la opinión pública que las audiencias de comparecencia de antiguos integrantes de FARC-EP en el caso 07 (reclutamiento y utilización de niñas y niños en el conflicto armado) serán públicas salvo casos concretos en los que la ley obliga la reserva. Muchos colombianos vieron en esta acción una voluntad real de los comparecientes hacia el respeto y reconocimiento de las víctimas, que según la propia JEP serían alrededor de 8.000. Sin embargo, más que el reconocimiento de verdad y respeto a las víctimas, la comparecencia de Julián Gallo y la de muchos comparecientes no es más que un acto de revictimización y burla pública a las víctimas. Algunas reflexiones sobre aquello:
El pasado 24 de septiembre, en una nueva comparecencia de la extinta FARC ante la JEP, Iván Gallo acepta que sí hubo reclutamiento y se expone la política de reclutamiento: no aceptar (reclutar, en realidad) menores de 15 años en las filas. Sin embargo, “sí hubo algunos casos en el que los diferentes frentes guerrilleros incumplían la política y reclutaban menor de 15 años”. El compareciente palabras más, palabras menos, lo que pretende con su respuesta es hacer ver que esos hechos de niños menores de 15 años en la guerrilla eran hechos aislados. ¡Cínico! Pues continúa diciendo que cuando las situaciones de orden público ameritaban la expansión territorial de la guerrilla, lo que menos importaba dentro de esta era la edad de los nuevos reclutados. Olvida las FARC que cuando llegaban a las fincas de zonas alejadas, pedían “la cuota para la revolución” que no era otra cosa que niños y niñas para engrosar sus filas. En el Informe Una Guerra sin Edad (2017), el Centro Nacional de Memoria Histórica agrupa algunos de los testimonios que desmienten que el hecho fuera aislado o “salido de las manos de FARC”.
Ante la pregunta de la forma como se reclutaban a los jóvenes, el compareciente aseguró que “en zonas de cultivo ilícito, a través de escuelas de arte y de cultura se les inculcaba a los jóvenes el no consumo de sustancias psicoactivas y la vida guerrillera como resguardo ante esa amenaza”. ¡Descarados los de las FARC al pretender que esta sea la solución! Que los jóvenes no consuman sustancias psicoactivas, pero que los maten en la guerra, resulta ser una tesis que no cabe en la cabeza de los colombianos y que es salida de toda lógica. Además de esa, otras tácticas fueron utilizadas para reclutar menores: ofrecer beneficios económicos, seguridad y transformación al país, respeto y reconocimiento social y amenazarlos con asesinar a toda su familia. Eso no es lo más descarado, aún hay más.
Expone Gallo que cuando el joven reclutado no estaba convencido de estar allí, “desertar era muy fácil”. Sistemáticamente se está invisibilizando la verdad histórica, pues el país sabe que cuando los jóvenes (o guerrilleros adultos) querían desertar de las filas lo único seguro que tenían si no lograban hacerlo, era un “consejo de guerra”, que para el caso de deserciones en lo único que terminaba era en fusilamiento. Hay que ser muy desvergonzado al atreverse a decir aquello. ¿Cómo un niño de 15, 16 o 17 años va a desertar de la guerrilla si estaba solo, asustado y rodeado de un grupo de personas armadas hasta los dientes, que ante cualquier intento de escape la orden era disparar a matar?
El incumplimiento de la regla de no reclutamiento de menores de 15 años, según Gallo “No era una práctica permanente, aunque pudo haberse dado. Es impensable que la base del crecimiento y el sostenimiento de una fuerza irregular sea el reclutamiento forzado. No estoy diciendo que no se haya presentado… Hubo casos de reclutamiento forzado, de eso no tenemos duda, pero no era algo regular. Se presentó violando las normas de reclutamiento y la concepción ideológica, política y organizativa de nuestra organización”. Lo que ellos tratan de invisibilizar dejó miles de niños, niñas y adolescentes atrapados en los vejámenes de la guerra, innumerables familias que en las noches se acostaban preguntando por un hijo, padre o hermano que un día había salido con los guerrilleros y no se sabía si seguía con vida o si ya lo habían asesinado. Esto deja secuelas en aquellos niños reclutados que recuerdan esa etapa de su vida como la peor de todas y la que no quisieran que se repitiera en sus vidas ni en la de los niños de la Colombia de hoy, que deberían estar en sus colegios, preparándose para la universidad, para construir su futuro y el de su familia.
Fuente: La Otra Cara
Adenda:
Si hay alguien en el país que desde el inicio creyó en el Acuerdo de Paz, la desmovilización de la guerrilla y la construcción de una paz estable y duradera, ese fui yo. Convencido estoy que la guerra a su paso sólo deja destrucción, odios y rencores que como sociedad debemos sanar, sin armas y en la vida civil como están las antiguas FARC-EP. Sin embargo, eso no me impide ser crítico frente a las descaradas e incomprensibles versiones que han dado ante la Jurisdicción Especial para la Paz. Si las FARC se desmovilizaron es para que vayan a la JEP, cuenten la verdad, ayuden a construir la memoria histórica, les pidan perdón a las víctimas y las respeten, no para que se dediquen a negar lo que Colombia y ellos mismos saben que es verdad.
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