Por: Santiago Velandia R.
Chile ha sido desde varios años un país líder en la región, con datos macroeconómicos impresionantes, producto de políticas económicas y monetarias neoliberales, una diplomacia de admirar, unas fuerzas armadas modernas y algunos de los claustros más importantes de América Latina están en Chile. Sin embargo, desde hace un año se ha generado un descontento masivo producto de la falta de derechos básicos como la seguridad social o el régimen de pensiones, esto combinado con una subida al pasaje del metro de Santiago resultó en esas protestas masivas que veíamos en los noticieros en octubre del año pasado. El gobierno del reelecto Sebastián Piñera decidió negociar con los manifestantes, llegando al acuerdo de llamar a referendo para una nueva constitución.
Algunos sectores conservadores y “libertarios” criticaron a Piñera, diciendo que le había faltado mano dura contra esos protestantes “financiados y organizados” por el Foro de Sao Paulo y su plan de desestabilización internacional, pero dejando a un lado teorías conspirativas del nivel de Qanon o que las palomas son drones del gobierno, Piñera hizo lo correcto al llamar al pueblo a las urnas para manifestarse sobre el texto constitucional de 1980 y el resultado es abismal, el 78 % de los votantes (algo más de 5 millones) votó por reformar la constitución, norma con la que ya no se sienten identificados, con la que sienten que no defiende su derechos como el acceso a la salud o medio ambiente sano.
El próximo paso para Chile será votar por la constitución de la asamblea que se encargue de redactar el nuevo texto constitucional y es aquí donde llega el miedo de algunos sectores que gritan a los 4 vientos la llegada de “Venezuela 3” o del golpe de estado “posmoderno” del socialismo del siglo XXI en Chile. Estos son sólo gritos que ocultan el descontento de ciertos sectores con la democracia y la participación de la ciudadanía, es muy pronto para condenar a Chile al pozo del socialismo latinoamericano que está destruyendo a Venezuela y Argentina, aún falta ver las elecciones a esa asamblea que redactará el nuevo texto chileno, algunos comparan esto con Venezuela en 1999, donde Chávez convocó a la ciudadanía para que se manifestara sobre cambiar la constitución de ese entonces, de ese referendo nació la constitución que Maduro lleva años tratando de cambiar. Sin embargo, los casos tratados son diferentes social, cultural y económicamente, y por el hecho de tener algo en común (un plebiscito) no van a terminar en el mismo resultado. El pueblo chileno es sabio y no dejará meter “micos” en su nuevo texto superior. Un escenario que puede ocurrir es que la asamblea sólo modifique la parte dogmática para darle nivel constitucional a algunos derechos fundamentales, dejando que la parte orgánica quede intacta o con leves cambios en competencias o jurisdicciones; otro escenario es que efectivamente el socialismo se apodere de Chile, pero se deben tener en cuenta los antecedentes electorales del parlamento y presidencia, de donde se deduce que es poco probable que ello ocurra (pero las probabilidades nunca son 0).
Al final del día, el pueblo chileno quiere cerrar ese capítulo que significó la dictadura de Pinochet, que tuvo sus cosas malas como la represión, secuestros, asesinatos y sus cosas buenas como comenzar una tendencia de crecimiento del PIB y el PIB per cápita que llegó hasta nuestros tiempos, dejando a Chile como uno de los mejores países del continente en temas económicos. El famoso milagro chileno de los chicago boys, como dijo en días recientes Pepe Mujica en su renuncia al parlamento de la democracia más duradera de Sudamérica “hay un tiempo para llegar y un tiempo para irse” y el tiempo de las políticas económicas de los chicago boys y de las creaciones jurídicas de la dictadura han llegado a su fin y deben aceptarlo e irse, dejando llegar nuevas que afronten los desafíos del siglo XXI, cambio climático, big data, libertad de información, entre otros.
“Estamos entrando en otra época, en la época digital, ni mejor ni peor, DISTINTA”
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